Recuerdo al Hno. Víctor Gil Muñoz (1943 – 2021)

Hno. VICTOR GIL MUÑOZ

Huerta de la Obispalia (Cuenca-España), 17.5.1943- Bangkok (Tailandia) 30.6.2021

“Id por todo el mundo y predicad el evangelio”(Mc 16,15-18)

victor gil

Con esta frase evangélica podríamos resumir la vida de Victor Gil Muñoz, un Hermano de La Salle que llegó a Tailandia con 21 años después de haberse doctorado en Químicas por la Universidad de Londres.

57 años de presencia fructífera en este país asiático que, como él afirmaba, es: “el camino para dar a conocer a Cristo”. Y esta tarea la realizó con palabras y con obras. Tradujo al tailandés a nuestros místicos más universales: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz con el objetivo de que los budistas más estudiosos y preocupados por conocer la espiritualidad católica tuvieran una referencia para iniciar el diálogo interreligioso, y también con el deseo de dar a conocer la experiencia de Dios de nuestros dos grandes místicos.

El H. Víctor impartió también clases de Química en el Colegio La Salle Bangkok, donde estudian unos 5.000 alumnos; sus ‘alumnos’, chicos y chicas birmanos que viven en Tailandia, miembros de una de las comunidades emigrantes más silenciadas del mundo, compuesta por más de dos millones de personas. Y con la misma pasión que daba clases trabajaba el basurero de Nakhon Shawan.

Otro campo en el que nuestro hermano castellano-manchego volcó su alma misionera fue de la Iglesia católica tailandesa, especialmente de la Comisión Católica de Emigrantes, ya que muchos de los chicos birmanos de entre 12 y 15 años si no van a la escuela, caen en la delincuencia. En el caso de las niñas, si nadie se ocupa de ellas, corren el riesgo de caer en la prostitución. Y en Tailandia, la prostitución infantil trasciende el mito para arraigarse de forma dolorosa en la realidad.

Su preocupación por los más pobres le empujó a poner en marcha varias iniciativas dedicadas a la educación de los niños más desfavorecidos. Comenzó con “La Salle House”, un hogar para huérfanos y niños de la calle. Después el Centro de Preescolar para los críos que vivían en el basurero, más adelante el hostal Miguel para los chavales más pobres que no tenían posibilidad de acceder a la secundaria y, por último, la Escuela de Bambú para inmigrantes birmanos sin papeles

Ahora, con 78 años, estaba aprendiendo birmano para comunicarse con los niños de la Escuela de Bambú, posiblemente una de sus obras más queridas. No hace mucho afirmaba en uno de sus correos:

“Yo continúo por aquí con el buen trabajo de la Escuela de Bambú. Los niños están contentos y creo que se hace buen trabajo.

Todavía tenemos que pasar unos tres o cuatro años antes de que podamos ser autosuficientes. Esto requiere que por ahora hay que presentar proyectos, esperar a que los consideren,  ponerlos en práctica y luego (lo que más me cuesta) es dar cuenta de cómo se han realizado. Todo esto pide tiempo. Gracias a Dios hemos podido ir tirando”.


Si “al final de la vida nos examinarán del amor”como decía san Juan de la Cruz, al que tan bien conocía el H. Victor y tradujo al tailandés, seguro que nuestro hermano logrado un CUMLAUDE por unanimidad

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