Semana 1
Ya hace una semana que llegamos a Costa Rica, concretamente a Amubri, un poblado indígena situado al sur del país, cerca de la frontera con Panamá. Durante meses hemos estado preparando nuestra llegada, con la ilusión misionera de aportar lo que tenemos y sabemos como personas y maestras.
Ha sido una primera semana llena de cambios, ilusiones y sorpresas. Después de un largo viaje, nos instalamos en la comunidad de los Hermanos de La Salle en Amubri, acompañadas del Hno. Lesberth y Stephanie, una misionera nicaragüense. Ambos, nos han recibido con mucho cariño y nos han ayudado a conocer mejor la labor y misión que vamos a realizar durante este mes. También compartimos nuestro día a día con el Padre Luis Roberto y el Padre Francisco, que nos han acogido con los brazos abiertos, como parte de su familia.
Dado que es la semana festiva del patrón del pueblo, Santiago Apóstol, hemos ayudado en la organización de actividades parroquiales en las que participa el pueblo.
Ya hemos conocido la escuela de Namuwoki, donde vamos a colaborar diariamente como docentes, ofreciendo apoyo escolar a los alumnos. Es una escuela construida entre montañas, toda hecha de madera, con espacios abiertos y verdes, donde los niños aprenden y juegan. Para poder acceder a ella se deben cruzar dos ríos y caminar una hora aproximadamente.
Nos sentimos muy emocionadas de estar conociendo un estilo de vida y una cultura diferente a la nuestra. Estamos aprendiendo a vivir el día a día, desprendiéndonos de nuestras preocupaciones y enfocándonos en nuestra misión.
Esperamos de esta experiencia volver con el corazón lleno de todos los momentos que viviremos y de todas aquellas personas que formarán parte del proceso.
Claudia, Paula y Coloma.
Semana 2
Ya hemos alcanzado la mitad del tiempo en nuestra misión. Se ha iniciado la cuenta atrás para volver a casa, aunque todavía nos quedan por vivir muchos días llenos de experiencias.
A lo largo de los días, hemos aprendido a adaptarnos al estilo de vida del lugar. Encontramos variables que influyen directamente en la vida diaria de la gente y que, hasta el momento, nosotras no habíamos tenido en cuenta en nuestras vidas. El estado meteorológico influye directamente en los planes. Si llueve y el río crece, no podemos ir a la escuela, por ejemplo. Eso nos ha enseñado a relajarnos y a no planificar tanto nuestra vida, teniendo en cuenta que hay cosas que no podemos controlar. A ir sin horario, sin tiempo, adaptándonos al momento cada instante.
Hemos tenido la oportunidad de ofrecer clases particulares a niños de la comunidad de Amubri, colaborar activamente con la parroquia, impartir clases de música, e incluso trabajar con las Hermanas de la Caridad en la elaboración de actividades.
Esperamos poder disfrutar las semanas que nos quedan de voluntariado de la misma manera que las anteriores.