Susan Nakuta, historias de gente pequeña

El otro día nos llegó esta historia tan inspiradora del proyecto Solidarity with South Sudan, con el que colaboramos.

Mi nombre es Susan Nakuta Lomana de la tribu Buya. Nací en un pequeño pueblo llamado Naa’pak, tierra de Buya, en la parte oriental de Sudán del Sur. Soy la séptima hija de nuestra familia de diez hermanos. Mi padre se casó con mi madre cuando ella tenía doce años y creció en la casa de su padre hasta que fue lo suficientemente madura como para tener hijos. 

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Cuando tenía seis años, un anciano rico se acercó a mi padre para comprarme y casarme con él. Mi padre aceptó la oferta y me vendió al hombre rico. Al día siguiente, el hombre llegó a casa con una cuchilla y me hizo una marca en el brazo izquierdo como señal de que estaba reservada. Esto significaba que ningún hombre me tocaría hasta que el hombre rico trajera sus vacas a la casa de mi padre. Yo ignoraba los arreglos y la marca en mi brazo. Más tarde, mi madre me explicó acerca de la marca. Después de la muerte de mi padre, perdimos todas nuestras propiedades en favor de mis tíos (los hermanos de mi padre), incluso uno de ellos quiso tomar a mi madre como esposa, pero ella se negó a vivir con él y como consecuencia, tuvo que sufrir mucho.

Cuando tenía nueve años, el anciano vino a casa para tomarme como su esposa, pero mi madre se opuso a que me fuera con él. Una noche, nos llevó a mí y a mi hermana menor a un bosque cercano y nos escondió dejando atrás a mis otros hermanos. Al día siguiente, empezamos a caminar sin agua ni comida. Después de unos días, logramos subir a un camión que transportaba un cargamento de arena, mi madre le rogó al conductor del camión que nos llevara al pueblo más cercano. La vida no era fácil en el nuevo lugar pero una anciana nos ayudó y nos quedamos en su casa por unos días.

Con la ayuda de un pastor anglicano, mi hermana y yo fuimos enviadas a un orfanato. Luego, en 2010, nos llevaron al campo de refugiados de Kakuma en Kenia, donde terminamos nuestra educación primaria. Me fue bien en mis estudios y estaba ansiosa por continuar con mi educación secundaria. 

Regresamos a Sudán del Sur al terminar la escuela primaria. Mi hermana tuvo la oportunidad de ir a Nairobi para seguir con la educación secundaria y yo me quedé con mi madre en Kapoeta, localidad cercana a la frontera etíope en el sur este de Sudán del Sur; para completar mi educación secundaria. Mientras estaba en la escuela secundaria, quedaba con un chico pero cuando se enteró de que me había quedado embarazada, me abandonó con el bebé. Actualmente, mi hijo está con mi madre mientras yo estudio el curso de formación de Maestros en STTC, Yambio.

Después de terminar mi escuela secundaria, me enteré de la admisión a la Escuela de Formación de Maestros de Solidaridad (STTC) en un anuncio dominical en nuestra iglesia parroquial, hice la prueba de ingreso, la entrevista y afortunadamente, fui seleccionada para ir a Yambio. Actualmente, estoy cursando el segundo y último curso del Certificado Nacional de Educación Primaria. El ambiente en el campus de STTC es seguro y favorable para estudiar y aunque somos de diferentes tribus y estados, vivimos juntos como hermanos y hermanas.

Mi pasatiempo favorito es leer novelas africanas. Me gusta escribir poemas y componer canciones de acción para los niños de primaria. Comencé un club en STTC con un pequeño grupo de amigos para componer rimas y canciones de acción para niños, las grabamos para usarlas más tarde en la escuela. ¡Ah! Soy hincha del equipo de fútbol Manchester United.

Aunque el nivel académico de STTC es alto, estoy trabajando duro para formarme bien y lograr mi objetivo. A veces no es fácil concentrarme en los estudios, especialmente cuando recibo malas noticias sobre la salud de la familia y conflictos en el pueblo, etc. Pero hago todo lo posible para lograrlo, pongo mi confianza en Dios para que me ayude a culminar mis estudios con éxito. Después del programa de formación de maestros en Yambio intentaré obtener un título universitario.

Estoy muy orgullosa de poder decir que soy la primera de entre los niños y niñas de mi tribu en haber completado la secundaria superior, pues la gente de mi tribu es hostil a la educación y si alguien viene a hablar de educación, especialmente de educar a las niñas, es atacado. Allí, las niñas no pueden ir a la escuela y hasta las vacas son más valiosas que ellas. 

Después de recorrer este camino, estoy decidida a cumplir mi sueño, que no es otro que recibir una buena educación para ayudar a cambiar a mi pueblo y educar a los niños. Siempre estaré agradecida a Solidaridad por esta maravillosa oportunidad de formarme como docente.