En memoria de Felipe Galindo (1931 – 2021)

Bienhechor del Instituto

Felipe Galindo de Lucas, nació en Segovia el 26 de mayo de 1931.  Estaba casado con Amelia Ayuso. El matrimonio tuvo cuatro hijas , un hijo y ocho nietos.  Era profesor mercantil y trabajó en el Banco Castellano y después en el BBVA. Fue el primer director de tarjeta de crédito en España. Murió en Madrid el 24 de Octubre de 2021.

La vida de Felipe como esposo, padre y como lasaliano es inseparable de su esposa Amelia con la que compartió 63 años de sus 90 años. Era un hombre entrañable, conciliador, gran animador en el ambiente familiar y extrafamiliar, trabajador de primera línea y, lasaliano convencido y convincente.

Su acercamiento al mundo lasaliano tuvo su entrada cuando, juntamente con su mujer, se integró en el grupo cristiano que el H. José Juan Rodríguez Medina puso en marcha allá por el curso 1979-80, en la Escuela de Catequistas del Instituto San Pio X. Pocos años más tarde, en 1988, entró de lleno en el mundo lasaliano, en la recién creada Asociación PROYDE, en nuestra antigua casa de la calle S. Juan de la Cruz de Madrid.  Junto a los hermanos Pedro Arrambide, José Salces y Julián Jauregui, fue una pieza fundamental, para que desde sus comienzos nuestra ONG tuviera y gozara de gran prestigio administrativo que ha conservado hasta el día de hoy.

Pero su labor no se quedó solamente ahí, en el ámbito de la gestión. Fue un hombre que, junto a su esposa Amelia, hizo de la generosidad hacia los más desfavorecidos, una opción preferencial de su vida. PROYDE es testigo fiel de ello, así como de sus compromisos con multitud de proyectos.  Algunos de esos proyectos fueron visitados por el matrimonio en tierras de Eritrea y Etiopia. Por toda esta trayectoria de entrega y dedicación a la misión lasaliana, el Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, le otorgó el título de Bienhechor del Instituto el 15 de septiembre de 2008.

Felipe hizo realidad en toda su vida lo que Jesús dijo en el Evangelio:

“Y cualquiera que como discípulo dé de beber, aunque solo sea un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, en verdad os digo que no perderá su recompensa”. (Mt 10,42)

Ya descansa, recompensado, en la paz del Señor.

Juan A. Rivera